¿Qué rasgos principales tiene una vivienda emocional? La arquitecta, interiorista y diseñadora de mobiliario Laura Ortín dá algunas claves para lograr las mejores sensaciones en casa, unos ambientes estimulantes de los que no vas a querer irte.
Decía Aristóteles que “no hay nada en la mente que no haya pasado antes por los sentidos”. Es por ello que para que una vivienda sugiera una emoción o varias emociones primero debemos identificar cuál o cuáles deseamos para luego estudiar qué parámetros se necesitan para alcanzarlas. “Una vivienda emocional es aquella que está pensada para conseguir sentir una emoción previamente definida”.
Casas post-pandemia
La experiencia del confinamiento nos ha hecho mirar hacia nuestros espacios de habitar, para quienes pasaban mucho tiempo fuera de la vivienda ha sido el momento de chequear si todo en la casa funcionaba. Ahora nuestras premisas son que haya belleza y un entorno saludable: luz natural, ventilación, materiales naturales, etc. “Por todo ello adquieren protagonismo conceptos que antes se presuponían aislados como la biofilia, el Feng Shui y el neurointeriorismo; ahora la arquitectura y el interiorismo los fusiona y conjuga para que todos funcionen a una”, detalla Laura, artífice asimismo de la reforma integral del departamento de la imagen, que se recorre de forma orgánica y natural y las transiciones entre habitaciones son proporcionales, cuando en origen la vivienda se encontraba extremadamente compartimentada y organizada con espacios jerarquizados propios de otra época, de otra manera de vivir.
Experiencias sensoriales positivas
La experta recalca que el interiorismo emocional-sensorial no puede acabar solo en el uso de unos determinados materiales, la colocación de unas plantas o una ventilación cruzada, por ejemplo, debe pensarse cómo son esos espacios, cómo se recorren y qué regalo visual y físico encontramos a cada paso.
Una idea muy interesante es la etoecología, que estudia el comportamiento de los seres vivos según su entorno. Y esto tiene que ver con lo emocional porque, así como sea nuestro espacio, fluiremos o nos inquietaremos.
Amamos las curvas
Sabemos que los picos o los elementos puntiagudos nos hacen estar en alerta, nuestro cerebro y en concreto la amígdala, está en modo defensa, es por ello que todo lo que tienda a ser ‘blando’, suave o curvo, va a ayudar a relajarnos. De ahí que para esta cocina el estudio de arquitectura La Errería se decante por mobiliario sin cantos sino en agradables líneas redondeadas. En esta cocina todo es sinuoso, incluso el escalón del suelo o el plafón del techo con un foseado.
Además somos orgánicos, somos agua y como tal nos gusta ocupar el espacio que tenemos de manera natural. La ergonomía es clave para mejorar nuestro ambiente, no solo ergonomía física, también mental. Por todo ello unos recorridos curvos, sin ángulos donde además haya alternativas (acortar distancias entre las partes de la casa) va a hacer que nuestro cerebro/cuerpo se sientan mejor.
EL sonido es otro factor clave, ¿ayudan nuestros espacios a mejorar la acústica? Unos espacios curvados con materiales fonoabsorbentes ayudarán a evitar reverberaciones, los materiales naturales consiguen amortiguar ruidos y a la larga en un espacio cerrado baja los niveles de estrés, dolores de cabeza, etc.
Las gamas cromáticas, claves
La colorterapia es otro aspecto muy estudiado y se sabe que ciertos colores incitan a unas cosas u otras. Por ejemplo, el amarillo está relacionado con la alegría y la creatividad, el rojo con la velocidad y el hambre (por ello los restaurantes de comida rápida lo utilizan mucho), el azul con la calma y la concentración, etc. Además de lo que funciona en general, Laura advierte que cada persona tiene una tendencia de filia y fobia al color, algo que es importante conocer.
“Cuando hacemos propuestas de color en algún proyecto tenemos que escuchar al cliente, por ejemplo, ahora estamos realizando un proyecto donde un verde menta suave aparece por toda la vivienda, ese color a nuestra clienta le recuerda al verano que para ella es un recuerdo feliz, y nosotras lo traeremos a esta casa”, apunta la experta.
Materiales saludables
En cuanto a los muebles y pinturas para el hogar, como señala el biointeriorismo conviene que los materiales seleccionados sean naturales y libres de sustancias tóxicas. De hecho, la arquitecta advierte de que todo lo anterior no funcionaría si los materiales no fueran ‘verdaderos’. “Una tarima sintética o un césped artificial solo consiguen que tu cerebro y tus sentidos se desconecten. La vista ve madera o césped, pero el tacto y el olfato sienten otra cosa”. Y añade, “además por cuestiones de salud es importante evitar acrílicos en la medida de lo posible. Por ejemplo, una pintura sintética en pared la hace impermeable, si en el ambiente hay humedad se pueden generar minúsculas partículas de moho que se adhiere a las paredes y crean unas esporas que con el aire se quedan en el ambiente, esto lo respiramos”. Si utilizamos pinturas minerales y mejor aún morteros de cal, podemos conseguir una permeabilidad total de los paramentos y así mejorar la salubridad ambiental.
Igualmente pasa con el mobiliario, todo lo que sean lacas naturales, a la tiza, base agua, etc. ayudarán a transpirar los muebles de madera y mejorar ambientalmente nuestras casas.
Diseño biofílico
La biofilia significa de forma muy resumida el amor por lo natural, esto no solo implica al mundo de las plantas, hay muchas maneras de acercarnos a eso sin necesidad de contar con un jardín o unas plantas en casa. Laura considera que estos elementos vegetales no te van a hacer sentir mejor si para ti es un suplicio cuidarlos. “Cuando hacemos viviendas en una parcela nos adaptamos al perfil de nuestros clientes, se pueden utilizar estrategias para que haya muy poco mantenimiento de lo ‘verde’, utilizando siempre especies autóctonas, que necesiten poco riego y aceptando un entorno más ‘salvaje’, para que no les suponga un gran esfuerzo económico y físico”, comenta.
Amor por lo natural… ¿sin plantas?
En las habitaciones hay que ahondar en la misma idea de ser realistas a la hora de introducir plantas de interior, porque no todas van a requerir el mismo mantenimiento, riego y cantidad de luz natural.
Otra propuesta que nos hace Laura es crear un diseño de interiores biofílico incluso cuando no se tiene vegetación en la vivienda. ¿Con qué recursos? Nos señala especialmente tres:
- Los materiales naturales.
- Las geometrías orgánicas.
- Diseños que recuerden o sugieran elementos de la naturaleza (las nubes, el sol, las montañas, las flores, los animales…).
El orden genera paz
En este tema hay niveles, hay personas que necesita más una visión ordenada de su hábitat y otras que menos. Supongo que lo más básico es afirmar que “cuantos menos estímulos visuales el cerebro más relajado estará. Me llegan muchos clientes que después de haber pasado por una vivienda cargada de objetos a la vista y con poco almacenaje necesitan contrarrestar esa experiencia hacia todo lo contrario. La palabra más demandada por la mayoría es ‘armarios’, pero lo que en realidad necesitan no son más armarios (que también) sino que cada cosa ocupe su lugar. Esto es muy importante y para ello lo que hacemos en la entrevista inicial es una especie de inventario de lo que tienen y dónde les gustaría poder guardarlo”.
No es una ciencia exacta
Por último, Laura explica que “para conseguir una vivienda emocional hay que utilizar la intuición, no puede ser algo solo científico”. En definitiva, hay que usar la emoción para emocionar.
Por ejemplo, en cuanto a las texturas a esta profesional personalmente le gustan los materiales casi en su estado más primitivo. Eso no significa que tengamos que caer en el estilo rústico, sino que podemos diseñar espacios o mobiliario con ideas muy contemporáneas pero materiales muy naturales. “Podríamos pensar en diseños 360º, donde los cinco sentidos se activen. Si cuando estemos proponiendo algo cumple esa regla podríamos afirmar que es una solución óptima”, apunta.
Fuente: Hola.com | Por Núria Moreras | Revista LOFT